sábado, 23 de abril de 2011

Las historiecas de la abuelica - relaciones tóxicas - 2ª parte





En mi anterior trabajo había una obsesión general por adelgazar. No había nadie que tarde o temprano no hiciera una "operación bikini". Así que cada poco tiempo alguien aparecía llevando dos ensaladas o sólo una o tuppers con puré de verduras porque querían adelgazar unos kilitos y tenían que dejar de comer durante varias semanas.

Esas cosas se extendían rápidamente y en cuanto alguien comenzaba esa manera de comer enseguida aparecían más bandejas vacías y menús ridículamente pequeños.

Todo el mundo asumía que yo estaba haciendo esa operación bikini porque tengo una talla 44 y porque siempre llevaba mi comida; aunque no era poca, siempre trataba de comer sano y siempre llevaba algo de pescado o carne o pasta integral con ensaladas y verduras.

Sin embargo, al ver los demás que era así durante años y yo me mantenía en mi talla, empezaron a oirse algunas voces que decían que no adelgazaba porque no hacía como mi exjefe, que apenas comía un filete y un café en todo el día, o como mi compañera de mesa, que comía lo que le mandaba su nutricionista, a saber: purés de verduras con fruta y a mitad de mañana y mitad de la tarde barritas de cereales Special K.

Si algún día en mi plato aparecía lo que yo llamaba "pizza medio sana": masa integral con tomate, mozzarella, pimiento verde, champiñones de lata y cebolla, siempre tenía que pasar alguien y hacer un comentario del estilo: "me parece que la pizza no está dentro de la operación bikini".
Yo siempre respondía que no la estaba haciendo y cuando alguien hacía las locuras de los purés de verduras o sólo una ensalada les decía que por qué no disfrutaban de la comida y se dejaban de tonterías.

Lo que ocurría con muchos de los que entraban en la operación bikini era que adelgazaban rápidamente, durante las dos semanas o más que comían sólo ensalada, y cuando comían normal volvían a estar como siempre: si era con sobrepeso lo recuperaban; si no volvían a estar como antes. Incluso, a menudo volvían a comer con todo lo que yo no me permitía: patatas fritas, tartas de postre, patatas asadas, pan, cocacola y refrescos, zumos con azúcar, croquetas y empanadillas, etc. Pero siempre podían criticar mi comida porque yo no adelgazaba y tenía que ser por mi comida.

También se daban las conversaciones sobre dietas, en la que gente que nunca había tenido un gramo de más se unían a las estúpidas opiniones de los habituales de la "operación bikini":
"está claro: las calorías que entran menos las que salen, eso se engorda".
Aceptar lo que todo el mundo dice, en contra de lo que realmente ocurre, es una manera muy fácil de tranquilizar la mente.
Para ver que este lema no se cumplía sólo había que verles a ellos: precisamente los únicos que no hacían "operación bikini" eran los que siempre estaban delgados y a los que nunca se les veía oscilar. ¿Solían comer poquito, hacer locuras de semanas o privarse de algo? No. Eran los que nunca tenían problemas y comían primeros y segundos contundentes, no se privaban de dulces, patatas fritas o golosinas, algunos apenas tomaban vegetales y casi todos comían a media mañana dulces, bocadillos y buenos tentempiés y merendaban por la tarde.


Al fin y al cabo, nuestros genes dicen si tenemos los ojos azules o verdes o marrones o negros. También dictan el color de nuestro pelo y si es liso o rizado; los genes también son los responsables de que seamos capaces de desarrollar más o menos músculos, de la fortaleza de nuestros huesos, de hasta qué altura podamos crecer, el número de nuestros pies, el color de piel, el tamaño de los ojos, la nariz, la boca, las orejas, el largo de los brazos y las piernas, el tipo de cuerpo: si es con forma de guitarra, recta, de triángulo invertido, etc... y aunque en algunas de estas cosas influya cómo sea nuestra vida no podemos controlar lo que nuestros genes nos dictan.

Por ejemplo: esperar que todo el mundo esté delgado, aunque haya gente con genes que le hagan tener tendencia a engordar, es como esperar que todos los jugadores de baloncesto lleguen a tener la misma altura.
Me temo que un jugador base, que suelen ser los de menos cms, no es que no se esfuerce demasiado, no es que sea vago y no juegue tanto como los otros. Es que sus genes son diferentes a los que son más altos.
¿Por qué se entiende tan fácilmente con la altura y no hay manera de hacérselo entender a la mayoría de personas con el peso?
Porque esa idea: "calorías que entran menos calorías que salen" se podría modificar para la altura: "cms que te estiras menos cms que caminas normal", bueno, algo parecido.


Volviendo a la historieca de la abuelica, el problema con la gente que hacía locuras de la "operación bikini" y mi exjefe que apenas comía, era que solían pasar rachas de mal humor y no era gente en la que se podía confiar. Al fin y al cabo pasar semanas con mala nutrición y sin comer sano no es algo a lo que el cuerpo reaccione normalmente. Afecta al cuerpo, afecta mucho y la mente es parte del cuerpo. Cualquiera que tenga contacto con personas que sufran o hayan sufrido anorexia o bulimia creo que lo entenderá. No comer tiene consecuencias negativas en el cuerpo, es así. Y me temo que se notan.

Así que no hay más remedio que empezar a aceptarse tal y como somos y empezar a pensar que la delgadez, la gordura... hay sitios para todos en el mundo.


El final feliz:
me cambié de trabajo. No sólo se puede comer en muchos sitios fuera del edificio de oficinas además del comedor, sino que se puede comer con mucha gente; algunos hacen dieta pero la mayoría están mucho más tranquilos. Supongo que el ambiente más relajado unido a tener muchas opciones para comer hacen que la gente no opine o piense en lo que comen los demás además.

Los primeros días seguía llevándome la comida como hacía en mi anterior trabajo.
Un día llevaba arroz con verduras y me topé con unos jefes superiores. "Hora de comer" comentó uno. Yo sonreí. Otro de ellos dijo: "¿no vas a pasar hambre llevando sólo eso?" me sorprendí un montón, jamás me habrían dicho algo así en mi otro trabajo. "¿No os parece mucha comida?" pregunté. Y otro de los jefes respondió: "No, en serio, parece muy, muy poco."

En mi nuevo trabajo hay muchas actitudes frente a la comida: están los que van a comer al mismo restaurante porque es su sitio habitual, les conocen y les tratan bien; los que comen en el comedor para ahorrar; los que comen en el comedor para comer su comida casera; los que compran comida fuera pero se lo comen en el comedor; los que comen fuera al aire libre para despejarse; y por último mi grupo, los que vamos explorando los restaurantes y a la vez intentamos comer sano y disfrutamos mucho de la comida.
Y lo que he notado de comer de menú es que puedo comer sano y, comiendo mucho más que antes (comiendo como los demás), sigo equillibrada en este peso, y, lo mejor de todo, mi cuerpo está mucho más sano.



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